jueves, 3 de marzo de 2011

Katarsys

Es tiempo ya de profundizar la Mirada, convertir el alma en una espada que llega hasta el fondo del pastel, de asumir los días como llegan y pasan sin sombra ni rastro, incluirse en un mundo de imágenes trasparentes y divisibles en mil pedazos, seguir adelante a pesar de la soledad y el desaliento, porque solo una cosa llena el saco desganado que resbala por el viento, ese algo lo llena y no se ve, cada cosa a su tiempo y la cosa que no llega, desearía cada semana sumir la realidad con demencia racional  y madurez infantil. Me sobrepongo a la calle, al polvo en los ojos, a los cadáveres ambulantes que piden dinero y consuelo, cuerpos deshabitados, días de hastío y somnolencia. Todo tan vacío y aparente, todo falso, tragicómico y melancólico. Los días florecen cada mañana, llueva o haga sol, porque encima de las nubes siempre hay sol, que en los más de los días no vemos, pero presentimos su calor. Me gustaría encontrarte y encontrar pronto la prueba de mi destino, ese destino ambivalente y sombrío que me arrastra letras adentro a historias desconocidas, insignificantes o asombrosas. Poco a poco el río se lleva mis lamentos hacia el fondo del mar, para descubrir que desde allí, todo se ve mejor y arriba el gran infierno de los peces que saben su muerte seca. Me pregunto qué será de los días venideros, de las estaciones y los copos de nieve cayendo en lugares que desconozco, perdidos en el mapa de mis sueños incumplidos. Tengo que probar mi fortaleza, sustancia etérea a la que me aferro de frente y sin mente, mientras que el jugo de los días se resbala por las calles empedradas del centro de la ciudad. Te destaco como sombra que se esconde entre los buses, edificios y más buses que ya no están, los han mandado espichar. Mis alegrías fluctúan entre el día y la noche, lo claro y lo oscuro, la sagrado y lo profano, el inconsciente, más fuerte que todos los capitales juntos me habla desde lejos, millones de años luz atrás, su mensaje entrecortado llena mi cabeza y me funde en un único espasmo con la naturaleza, las estrellas se dibujan sin aparente orden, extraviadas en el caos infinito del tiempo. Prometo no querer con desgana y que el agua fluya desde adentro como ríos de sangre nueva y vieja. Adiós a viejos quereres que no son más que recuerdos insípidos de lo que alguna vez fueron. Irrupción repentina de emociones desbordadas, el amor como un arrebato me separa de mi mismo, de ese otro que desconozco, firme lastra de mi conciencia unida por una línea delgada y frágil, los días se entrelazan y el concreto que pasa bajo mis pies no me sostiene, vertiginosamente caigo en otro día más y la eternidad intacta.

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