martes, 1 de mayo de 2012

Emigrantes

A veces me miro al espejo: dientes afilados, orejas paradas, mirada sugestiva.
Me pregunto si soy un emigrante.
Del otro lado, la extraña criatura de panza y pelo escaso me observa con sus inmensos, grandes, enormes ojos.
De un vasto río de residuos de la memoria, mi amigo Sinnombre, me reconoce.
Lamentablemente, por muy penetrante que sea una mirada y aunque flote, no deja de ser algo muy frágil.
Tarde o temprano, una ráfaga de viento, el tac de un reloj o un poderoso trueno la vence y queda reducida en cuestión de segundos a un reflejo.

Pequeños olvidos

Deje las cortinas abiertas
Reconozca la tenue luz que entra por la ventana
Fíjese detenidamente en el resplandor por debajo de la línea de la puerta

¿Qué pasa en la oscuridad?
Prenda una vela y busque un libro ilustrado de Shaun Tan
Inclínese sobre el libro como si fuera un pozo redondo y profundo

Escuchará el silencio de la noche

Acerque la llama al papel opaco
De la periferia de la razón aparecen imágenes
Mínimos trozos de historia se iluminan

Ahora, si lo prefiere encienda un cigarrillo
Humeante e incandescente como la boca de un volcán
Mire cómo brilla

¿Qué pasa en la oscuridad?
Los vecinos sí pagaron el recibo