jueves, 3 de marzo de 2011

CaperuzZita RosSa

-         - Bueno, vamos a empezar…
-         - ¿Lo conozco?
-         - Si claro, lo has escuchado muchas veces… solo trata de poner atención.
-         - Bueno, empieza de una vez, ¿sí?
-         - Una vez vivía en una aldea una niña campesina, la más linda que se haya visto. Su madre la quería con exceso, su abuela la idolatraba.
-         - ¿Campesina? Creo que el tema del campo ya está anticuado, la verdad me aburre, porqué no la pones en un entorno urbano para variar. Refleja mejor la sociedad de hoy.
-         - Una vez vivía en una ciudad una niña, la más linda que se haya visto. Su madre la quería con exceso, su abuela la idolatraba.
-         - Espera, qué significa, la más linda que se haya visto. Acaso, ¿eso se puede medir? Me parece que la mujer de hoy ya tiene que lidiar con el estereotipo dominante de belleza occidental y todos esos anuncios de chicas Águila…  ¿No puedes hacerla, bueno, digamos más normal?
-         - Una vez vivía en una ciudad una niña con un ligero sobrepeso y cuyos dientes frontales sobresalían, que…
-         - No me parece divertido reírse del aspecto de la gente. Además estas fomentando la anorexia…
-         - ¡No me burlaba!, solo me limitaba a describir…
-         - Pues, sáltate la descripción, las descripciones son poco objetivas. Mejor pasemos a eso de que su madre la quería con exceso y su abuela la idolatraba, ciertamente estamos frente a un caso de sobreprotección y egocentrismo en una familia predominantemente matriarcal.
-         - Bueno volvamos a empezar. Una vez vivía en una ciudad una niña, tan normal de aspecto como adaptada a su entorno, que vivía en una familia donde era querida y aceptada. La buena de la abuela le había hecho una caperuza que le caía tan bien, y le daba tanta gracia, que la gente dio en llamar a la niña Caperucita Roja.
-         - ¿La gente? Será los chicos del barrio, que sinceramente cada vez son más sarcásticos… Espero que la tal caperucita esa no se crea que….
-         - Bueno, puedo continuar, ¿sí o no?
-         - Si. Pico cerrado.
-         - Un día su madre le hizo unas tortas y le dijo: “anda, hija mía, a ver qué hace tu abuela porque me han dicho que no está bien. Llévale una torta y un tarro de manteca”.
-         - Ni qué decir de la pobre anciana con las arterias tapadas de grasa animal, primero le da un paro, antes de que se la coma el lobo. ¿Pero sabes qué? Mejor que te saltes todo eso y pases a la parte divertida, es como tener que leer un libro de 500 hojas, si en su lugar, puedes verlo en cine… ¿sí?
-         - ¿Te refieres a la parte en que el lobo se ha comido a la abuela y está en la cama, esperando a caperucita?
-         - Si, dale que estoy envejeciendo.
-         - Caperucita Roja hizo caer la aldaba y abrió la puerta. El lobo al ver que entraba, se escondió bajo las ropas de la cama y dijo: - “Pon la torta y el tarrito de manteca en la panera y acuéstate conmigo”.  Caperucita Roja se desnudó y se metió en la cama, dónde, muy sorprendida al notar lo grande que era…
-         - ¿Que era qué?
-         - Pues si me dejas continuar…
-         - Oye pero qué coraje tiene esta caperucita ¿no?, de cuando acá, te acuestas desnuda con tu abuelita, ¡eso sí que es ser posmoderno…!
-         - Abras notado que es el lobo el que está…
-         - Pero sí claro, solo que he visto muchos videos musicales últimamente… Esto acaba mal, ¿no?
-         - Bueno, no quiero revelarte el final la trama, pero si me dejaras contarla...
-         - Pues no hace falta, ya sabes lo que simboliza el lobo de piernas peludas… bien podría ser, esa clase de tipos reprimidos que llegados a los 50 son realmente de una depravación... Estoy harta de historias con moralejas que responden a puritanos juicios morales. Además, considerando la conducta perversa que vas a describir, mejor que introduzcas látigos y cadenas… así sería más interesante y hasta podrías publicar un libro.
-         - ¡Basta! Ya entiendo que no tienes ganas de oír esta historia.
-         - Pues con algunas variaciones podría ser más interesante, además, podrías incluir tu experiencia biográfica.
-         - ¿Qué?, ¡Pero esto no tiene nada que ver conmigo!, es sobre una niña…
-         - Todo tiene que ver contigo.

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